REDACCION DE PILLARO

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La Diablada Pillareña es una manifestación cultural de origen incierto. Unos consideran que es una fusión de creencias indígenas, hispanas y africanas;otros opinan que comenzó con una estrategia concebida por unos padres para alejar a galanes de sus hijas

La presencia del diablo, representante del mal, como personaje principal de la fiesta pillareña, tiene sus equivalentes en las celebraciones que se desarrollan en Bolivia, Perú, Chile y Venezuela en distintas épocas del año. Foto: Marco Salgado
La presencia del diablo, representante del mal, como personaje principal de la fiesta pillareña, tiene sus equivalentes en las celebraciones que se desarrollan en Bolivia, Perú, Chile y Venezuela en distintas épocas del año. Foto: Marco Salgado
Fausto Rivera Yánez
Siglo XVI: un cacique indígena de la región andina estaba a punto de morir ahorcado luego de haber sido torturado. Un sacerdote católico se le acercó y le preguntó: ¿A dónde quieres ir cuando mueras?, y el indio, de mirada desafiante, le devolvió la  pregunta: ¿A dónde irás tú cuando mueras? El cura le contestó que al cielo y el indio le dijo que quería ir al infierno para no verlo nunca. Desde entonces, cuenta la leyenda, en la tierra aparecen diablos que alteran el orden social e invierten los valores terrenales. Abren sus cuerpos y mentes a nuevas formas de relacionarse entre ellos.
En el cantón Píllaro, de la provincia de Tungurahua, desde el 1 hasta el 6 de enero de cada año se desarrolla la Diablada Pillareña, una tradición popular que reúne a invitados de varias zonas del país para disfrutar del festejo junto a los diablos que durante seis días se toman las principales calles del pueblo.
Según cuentan los habitantes de la localidad, la Diablada tiene sus orígenes hace no más de 70 años, cuando las familias se reunían por la tarde para hablar, entre otros temas, de los encuentros con “las cosas malas” que sucedían en el pueblo. Evidentemente, esos hechos fueron asociados con el diablo y su leyenda se utilizó  para atemorizar a niños y adultos.
Para Vicente López, pillareño de 67 años, la Diablada inició cuando los hombres de la parroquia Marcos Espinel bajaban a la plaza central de Píllaro para pretender a las mujeres de la zona. Entonces, los padres de ellas ponían en el camino máscaras de diablos rodeadas con antorchas encendidas para espantar al pelotón de hombres ansiosos de amor.      
Hay quienes consideran que la Diablada Pillareña tiene una estrecha relación histórica con el mestizaje cultural que se produjo desde tiempos de la Colonia. La fiesta trascendería el sentido del espectáculo y jugaría una suerte de ritual en  donde se disputan nuevas formas de reapropiación del cuerpo, del espacio y de los valores culturales y sociales. 




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